Desde finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, asistimos a un proceso en donde la burguesía está tomando el poder en la mayoría de las naciones de Europa en lo político y en lo social se alza como clase media (pequeña burguesía) o alta (alta burguesía) que empieza a tener un dinero que nunca tuvieron sus antepasados campesinos y en la mayoría de los casos se lanza a gastarlo en una serie de bienes de consumo inexistentes hacía sólo un siglo. Entre estos bienes de consumo destacarán los muebles, la educación, la comodidad y servicios dentro de una casa y también, este es el caso que nos ocupa ahora, la ropa.
La burguesía quiere diferenciarse de otras clases más bajas y una buena manera de hacerlo es mediante la ropa; símbolo en muchos casos de un estatus social determinado, de tal forma que "ir a la moda" se convertirá en una manera de representar el papel social que se desarrolla en la vida. Es más, la moda y ya desde estos momentos ha de ser casi por definición pasajera, al margen de cambios en el gusto estético (en principio bastantes lentos en el tiempo), o en la evolución de las formas; por razones netamente de consumo: Si la moda cambia, habrá que ir cambiando la ropa con el consabido coste económico que no todo el mundo puede afrontar y que se constituye así como otro elemento diferenciador de clase. El consumo hace que se reactiven sectores de la industria textil a manos de esa misma burguesía, con lo que se cierra una cadena que origina que se vaya desarrollando el capitalismo.
Estas modas fueron criticadas por algunos de sus contemporáneos como por ejemplo Puigari quien veía en ello una destrucción del individualismo al estar "atados" a determinadas maneras que de una forma abstracta se impone cada cierto tiempo y una destrucción de la idiosincrasia de cada lugar o ciudad que había ido creando con el tiempo un modo de vestir propio y único acorde con sus costumbres y modo de ser social.
Por estas razones y por que la moda también se hace eco del determinado gusto estético de una época, no pasa inadvertido por la ilustración gráfica en la prensa valenciana, donde se intenta plasmar estas circunstancias.
De entre todas las obras que se podrían citar, nos hemos restringido a las imágenes exclusivas de la moda, las que en el XIX se tomaban como tales y servían para ilustrar a los lectores los derroteros por los que ésta se movía en un determinado momento.
Se podrían citar otros ejemplos, ya que siempre que aparece un personaje se le representa vestido con algún tipo de ropa acorde con la que usaban sus contemporáneos; sin embargo, hemos renunciado a ello por varios motivos, el primero de ellos es que en muchos casos la ropa es simbólica, un mero ejercicio de dibujo realizado con sólo unos trazos que no dan lugar a poder pormenorizar los detalles; en segundo lugar, porque estas obras han sido seleccionadas por motivos ajenos a la moda y en tercer lugar porque la intención del grabador nunca fue la de ilustrar una moda, sino la de vestir a un personaje de alguna manera.
Las ropas que podemos ver en las ilustraciones, continúan en esencia, la trayectoria que se ha ido dando en todo el siglo XIX que conforma el traje de la mujer, como una pieza única al margen de los complementos. El vestido consta de una parte inferior ampulosa (a consecuencia del miriñaque ) que llega hasta el suelo ciñéndose por el talle y subiendo hasta el cuello. El vestido suele ir acompañado de capa, sombrero y parasoles de vistosos colores a juego con el resto del conjunto. En general las diferencias entre unos y otros estarán en la cantidad de ornamentos del vestido, lo cual denotará como es lógico la posición social de quien lo viste y en lo atrevido de los escotes. |
Por lo que respecta a los trajes masculinos, el hombre va vestido con pantalones que se estrechan por los tobillos, moda extendida que sin embargo en los primeros momentos causó sorpresa por marcar las piernas de los hombres. Sobre la camisa más o menos adornada con encajes según gustos particulares, lleva una levita larga y entallada con extraordinario vuelo de faldones, mangas que dibujan el brazo por los angostas y solapas escotadas para dejar paso a los amplios pliegues de las grandes corbatas. El conjunto se acompaña de sombrero y bastón.
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